Dietista y nutricionista. Fundadora y directora del Centro de Nutrición Laura Jorge
Se dice mucho la frase de «Somos lo que comemos», pero en mi opinión somos más que eso. Parece que este mensaje ha empezado a calar en la población, y nuestra sociedad cada vez toma más conciencia de la importancia de alimentarse de forma saludable. Tratamos de que la fruta y la verdura sean la base de nuestra alimentación, y de que sean locales y de temporada, intentamos dejar de lado el azúcar y los edulcorantes, vigilamos las calorías de los alimentos, nos detenemos en el supermercado a leer la información nutricional de cada producto que compramos y, sin embargo, olvidamos fijarnos en el que es, sin duda, un elemento importante en nuestra dieta: el agua.
El agua es el elemento que más presente está en nuestra vida y en nuestro cuerpo. Somos mayoritariamente agua, y la consumimos en alimentos y como bebida. Además de todas las funciones que tiene en nuestro organismo y que la hacen tan importante, nos aporta minerales de los que muchas veces carecemos debido a una deficiente alimentación causada por un trepidante ritmo de vida. Por eso resulta especialmente sorprendente la poca atención que prestamos a algo vital: compramos cualquier agua embotellada sin pararnos a pensar en su composición y lo más probable es que si ahora preguntáramos por los minerales que contiene, muchos ni siquiera sabrían nombrar tres.
Y es que una gran parte de la población desconoce que el agua mineral natural tiene su propia composición nutricional y que, por tanto, no todas las aguas embotelladas son iguales, ni tienen los mismos minerales.