La importancia de la hidratación durante el embarazo y la lactancia

Durante el embarazo, el cuerpo de la mujer experimenta una serie de transformaciones. Algunos de estos cambios guardan estrecha relación con el equilibrio hídrico del cuerpo y un aumento del volumen total de agua y de las necesidades de calcio y magnesio. Debido a estos procesos, la cantidad de líquido que se consume al día es clave para asegurar el crecimiento y desarrollo adecuado del bebé.

Agua durante el embarazo

Las nuevas estructuras que se forman en el embarazo, como la placenta y, por supuesto, el feto son casi un 85% agua. Por lo tanto, las mujeres embarazadas precisan beber más agua durante esta etapa de sus vidas. Concretamente, los expertos recomiendan beber unos 1’9 litros al día durante el primer trimestre y llegar a los 2 litros al día en el tercer trimestre. Para esta etapa de la vida en las mujeres, el agua mineral natural no funciona simplemente como elemento hidratante, sino que su contenido en minerales lo convierte en un complemento al resto de la dieta. Porque incluye minerales, elementos esenciales en momentos tan cruciales como son el embarazo y la lactancia.

Agua durante la lactancia

La lactancia materna es reconocida como la mejor bebida para los bebés durante sus primeros meses de vida y es el período en el que más aumentan los requerimientos hídricos para la mujer: la leche está compuesta en un 90% por agua y se segregan unos 600ml – 750 ml de leche al día, obtenidos de las reservas hídricas de la madre. Está demostrado científicamente que una menor ingesta de agua por parte de la madre no influye en la producción de leche materna, pero sí puede llegar a tener consecuencias físicas para la mujer. Por ello, se recomienda que las mujeres lactantes beban 2’7 litros de agua al día.

El agua mineral natural de mineralización débil, al ser una excelente fuente de minerales, asegura una correcta hidratación y el aporte de minerales necesarios, como son el calcio y el magnesio, dos elementos básicos fundamentales, también, en los primeros meses de vida de los bebés y durante la infancia.

En los casos de lactancia artificial, se puede utilizar el agua mineral natural sin hervir para los biberones y papillas. para ello, se recomienda escoger un agua que sea de mineralización débil y pobre en flúor y nitratos

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